Operaciones activas de los bancos

I. Préstamos

 

Los préstamos, como operación de activo de las entidades de crédito,  suponen una herramienta de financiación muy utilizada por el público en general. Se basa en la cesión por parte del prestamista de una cantidad de dinero, al prestatario, comprometiéndose éste, a devolverlo en la forma y en los plazos contratados.

El plazo de la operación se determina en función del importe máximo de la cuota y el tipo de interés adoptado. El tipo de interés puede ser:

Asociado al mayor riesgo, además de limitaciones en el plazo, las comisiones son más elevadas, tanto las de apertura, para trasladar la demanda a préstamos a tipo variable, como las de cancelación, para el caso contrario, en que la evolución del interés en el mercado fuera descendente, y el elevado coste de cancelar el préstamo, haga que el prestatario renuncie a tal posibilidad.

Las entidades financieras utilizan índices con plazos determinados, el más habitual, para operaciones a un año. El Banco de España publica mensualmente los tipos de índices oficiales sobre los que referenciar los préstamos, los que se aplican con mayor asiduidad son el euribor, el mibor (en préstamos abiertos con anterioridad al euribor), el rendimiento interno de Deuda Pública, el tipo activo de referencia de las cajas de ahorro ( índice CECA) y el índice de referencia de los préstamos hipotecarios (IRPH) de los bancos, de las cajas, o del conjunto de entidades.

Por lo tanto, el tipo de interés a pagar por el préstamo, viene definido por el índice negociado con el banco más el diferencial, y el redondeo, si así se encuentra estipulado en el contrato. El hecho de aplicar un tipo de interés que se ajusta a la realidad del mercado, implica cierta seguridad para ambas partes, y esto supone que la entidad ofrece amplias posibilidades para contratar el plazo de la operación que mejor se adecue a la capacidad económica del prestamista.

La fórmula más extendida para el pago de intereses son los pospagables u ordinarios, se abonan al final del periodo de devengo, mensual, trimestral, semestral, o anualmente, si bien, aunque no muy usuales, existe la opción de préstamos con intereses prepagables o anticipados.

Para los préstamos con intereses ordinarios se aplican distintos métodos de amortización, tanto para tipos fijos como variables. El método francés o de términos amortizativos constantes, cada periodo se paga una cuantía constante, compuesta por los intereses que irán decreciendo conforme disminuye el capital a amortizar, y la amortización del capital que aumenta según se van pagando las cuotas o haciendo uso del léxico financiero, los de términos amortizativos. Un segundo sistema de amortización es el de cuotas de amortización constantes, en el que de la cuota total pagada mensualmente, por ejemplo, la parte destinada a amortizar capital es siempre constante. Otra modalidad derivada de la anterior, es el sistema americano,  en este caso el reembolso del principal se produce al final de la vida del préstamo, mientras cada mensualidad se compone únicamente de pago de intereses. En el caso más concreto de préstamos hipotecarios, existen otros métodos como los de términos amortizativos crecientes o decrecientes, siguiendo una determinada progresión.

Así mismo, es posible contratar préstamos con carencia total, cuando durante un periodo determinado, no suele superar los dos años, no se realiza ningún pago, o carencia parcial en el que durante ese tiempo inicial, sólo se pagan intereses. Al final del diferimiento, se convierte en un préstamo normal.

Desde hace ya algunos años, se toman operaciones de préstamo en divisa distinta a la nacional, principalmente en dólar estadounidense, dólar canadiense, yen japonés, franco suizo, etc. El tipo de interés puede ser fijo o variable, en este caso, lo habitual es tomar como referencia el Libor. A pesar de que pueda resultar más económico, los riesgos anexos a la operación son múltiples, pueden existir variaciones en el tipo de interés, variaciones en el tipo de cambio, y si éstas son adversas, puede encarecer el préstamo. Respecto al resto de condiciones es similar a un préstamo en moneda nacional en cuanto a comisiones y gastos, el cambio de divisa no supone coste, fiscalmente se aplica las mismas normas y las garantías pueden ser tanto personales como hipotecarias.

A la hora de calcular el coste efectivo de la operación, es necesario tener en cuenta las comisiones y gastos asociados. Los préstamos personales, al tener un plazo inferior al de los hipotecarios, son más sensibles a estos gastos al calcular el coste real, si bien estos últimos, sufren unos gastos añadidos previos a la propia formalización del contrato de préstamo, como por ejemplo, la tasación del inmueble, o la comprobación del estado de cargas de la vivienda en el Registro de la Propiedad que corresponda.

Otra serie de gastos a tener en cuenta a la hora de calcular la TAE, y que son comunes tanto a operaciones de crédito como de préstamo, son las comisiones de apertura y estudio, siendo necesario recabar la información relativa a todos los gastos específicos de cada operación en particular, para poder seleccionar la alternativa económica y financiera más adecuada. Información que obligatoriamente tienen que procurar las entidades financieras. 

La principal diferencia entre una operación de préstamo y una de crédito, radica en el plazo y en la forma de disposición del capital. El plazo de la operación también suele ser distintivo de un préstamo personal o un préstamo hipotecario, pero en este caso, la diferencia estriba en las garantías que hay que aportar para disponer del capital.

 

Ir a CiberConta Retroceder   Inicio leccion  Avanzar